La mejor es la feria valenciana

La política de la Conselleria de Turismo en ferias ha ido evolucionando en función de dos factores: el avance de los nuevos modelos de contratación y los recortes presupuestarios. La ex consellera Belén Juste fue la primera que dio pasos para redimensionar la presencia valenciana en ferias (2009–2011), aprovechando las demandas empresariales que apostaban por enfocar los esfuerzos en la promoción directa. 

Para entonces hacía años que Fitur se había convertido en un escaparate con poco contenido, teniendo en cuenta que la proliferación de internet –el sistema más utilizado por los europeos para contratar sus vacaciones– ya había empezado a debilitar las posiciones de privilegio de los grandes operadores. La sucesora de Juste, Lola Johnson, fue un paso más allá; rebajó el presupuesto contratando el montaje del ‘stand’ por dos años (2011 y 2012) e impulsó la idea de empezar a promocionar la Comunidad Valenciana "por productos, no por marcas". Este es el embrión de la actual campaña vacacionismo, que el presidente Fabra presentó en 2014.

El actual conseller de Turismo, Máximo Buch, ha sido el encargado de llevar a la práctica los últimos apuntes de Johnson. Buch recortó de golpe en una edición (la de 2013) un 40% el presupuesto, tomó la –difícil– decisión de que la región dejase de ocupar un pabellón entero en Fitur e impulsó la creación de la marca turística de Valencia ciudad. El siguiente paso, parece, no pasa por seguir ajustando el gasto, sino por racionalizarlo. La idea de usar un expositor adaptable a todas las ferias turísticas no es nueva (Andalucía la lleva poniendo en práctica varios años), pero denota una evolución muy importante. 

Aunque en los certámenes el continente es lo de menos, la apuesta por un modelo organizativo único sí merece ser defendido e impulsado. El siguiente paso, hacerlo en Europa.

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